martes, 30 de marzo de 2010

Oh! Coal Black Smith


 




















Current 93 - Oh! Coal Black Smith  

+ FAUST ( F. W. Murnau ) + Guerra Civil Española

Oh she looked out of the window
As white as any milk
But he looked into the window
As black as any silk
Hello, hello, hello, hello
Hello you coal black smith
Oh what is your silly song?
You shall never change my maiden name
That I have kept so long
I'd rather die a maid yes
But then she said
And be buried in my grave yes
And then she said
That I'd have such a nasty
Husky dusky musty funky
Coal black smith
A maiden will I die
Then she became a duck
A duck all on the stream
And he became a water dog
And fetched her back again
Then she became a hare
A hare all on the plain
And he became a greyhound dog
And fetched her back again
Then she became a fly
A fly all in the air
And he became a spider
And fetched her to his lair

Man is a beast of prey
The beast of prey conquers contries
Founds great realms by subdigation of other subdigators
Forms states and organises civilisations in order to enjoy his brooding in peace
Attack and defence
Suffering and struggle
Victory and defeat
Domination and servitude
All sealed with blood
This is the entire history of human race

And she became a corpse
A corpse all in the ground
And he became the cold grey clay
And smothered her all around.


sábado, 27 de marzo de 2010

El marido complaciente

  Marqués de Sade - El marido complaciente

Toda Francia terminó por saber que el príncipe de Bauffremmont tenía más o
menos los mismos gustos del cardenal del que acabamos de hablar. Le habían
concedido por esposa a una señorita muy novata, a la que, según la costumbre, no
habían aleccionado hasta la víspera.
- Sin más explicación – dijo la madre -, porque la decencia no me permite entrar en
ciertos detalles, hay una sola cosa que debo recomendarte, hija mía; desconfía de
las primeras proposiciones que te haga tu marido, y dile con firmeza: no, señor, de
ningún modo es por allí por donde se posee a una mujer honesta; por cualquier
otro lado, tanto como le guste, pero por allí no, por cierto...
Se acuestan, y por principio de pudor y honestidad que no le habían siquiera
sospechado, el príncipe, queriendo hacer las cosas en regla por lo menos la primera
vez, ofrece a su mujer sólo los castos placeres del himeneo pero la jovencita bien
instruida, se acuerda de la lección:
- ¿Por quién me toma, señor? – le dice -, ¿se pensó usted que yo consentiría en
tales cosas? Por cualquier otro lado, tanto como le guste, pero por allí no, por
cierto...
- Pero, señora...
- No, señor, es en vano, nunca va a conseguir que consienta.
- Pues bien, señora, hay que satisfaceros – dijo el príncipe, apoderándose de los
altares que le eran caros -; me disgustaría mucho que se dijera que alguna vez quise
desagradarle.
Y que vengan ahora a decirnos que no vale la pena instruir a las chicas sobre lo que
deberán dar algún día a sus maridos.

lunes, 15 de marzo de 2010

El Muelle




       EL MUELLE
Y en el universo,
la curva del tiempo
es mucho más grande que una manzana,
se parece a una línea recta
que el hombre no quiere entender.
Allí,
antes que existieran
tus ojos,
Dios,
la Coca-Cola
y el teléfono,
el universo tenía sentido:
era una lámpara, una manzana,
una fábrica de ladrillos;
era un canto vertido en una copa.
Sin embargo,
el hombre con sus pilares,
parásito bajo el imperio del Sol,
al no poder descifrar su origen,
se llamó hijo de Dios,
para creerse heredero del universo.

Elías Letelier


jueves, 11 de marzo de 2010

Estás perdiendo la cabeza, Viskovitz


 

Estás perdiendo la cabeza, Viskovitz.

Alessandro Boffa


¿Cómo era papá? –le pregunté a mi madre.
Crujiente, un poco salado, rico en fibra.
Quiero decir antes de comértelo.
Era un mequetrefe inseguro, angustiado, neurótico, un poco como todos vosotros, los machitos, Visko.
Me sentía más cercano que nunca a aquel genitor al que no había llegado a conocer, que se había descompuesto en el estómago de mamá mientras yo era concebido. De quien no había recibido calor, sino calorías. Gracias, papá, pensé. Sé lo que significa, para una mantis macho, sacrificarse por la familia.
Me detuve un instante, en grave recogimiento, ante su tumba, es decir, ante mi madre, y entoné un miserere.
Al poco rato, como pensar en la muerte nunca dejaba de provocarme una erección, consideré llegado el momento de reunirme con Ljuba, el insecto al que amaba. La había cono­cido más o menos un mes antes, en el matrimonio de mi her­mana, que por otra parte era también el funeral de mi cuña­do, y había quedado prisionero de su cruel belleza. No habíamos dejado de vernos desde entonces. ¿Cómo había sido posible? Dios me había bendecido con el don más apre­ciado por nosotros, los mantis: la eyaculación precoz, condi­ción indispensable de cualquier historia de amor que aspire a no ser efímera. La primera semana había perdido sólo un par de patas, las raptatorias, la segunda el prototórax con sus anexos para el vuelo, la tercera...
¡No lo hagas, Visko, por amor de Dios! –empezaron a gritarme mis amigos Zucotic, Petrovic y López, encarama­dos en las ramas más altas.
Para ellos la hembra era el demonio, la misoginia una misión. Desde la metamorfosis sufrían algún tipo de desvia­ción o disfunción sexual, habían adoptado los votos del sacerdocio y se pasaban todo el santo día mascando pétalos y recitando salmos. Eran muy religiosos.
Pero no había oración que pudiese detenerme, no ahora, que oía el gélido suspiro de mi amada, el sombrío rumor de sus membranas, su fúnebre y burlona sonrisa. Me moví fre­néticamente en dirección a aquellos sonidos, con la única pata que me quedaba, apoyándome en mi erección, esfor­zándome por llegar a visualizar la gloria de sus formas, ahora que no podía verlas porque ya no tenía ocelos, ahora que no podía olerías porque ya no tenía antenas, ahora que no podía besarlas porque ya no tenía palpos.
Por ella había perdido ya la cabeza.