miércoles, 16 de junio de 2010

El Libro Negro


        El Libro Negro - Leon Arsenal


Ahora que pienso en ello, no sé por qué, pero imaginaba de otra forma al
dueño del Libro Negro. Desde luego, no esperaba encontrarme con un hombre
fuerte y entrado en años, con algo que me recordaba a los tenderos de
antes: uno de aquellos personajes de mandiles a rayas que conocían el
nombre de sus clientes y que atendían el mostrador con un lápiz detrás de
la oreja. Y, sin embargo, un hombre así fue quien respondió a mis
llamadas.

-El Libro Negro - dije simplemente -.
-¿El Libro Negro? - me miró con expresión perpleja.
-El Libro Negro - asentí, sin dejarme confundir por su falsa ignorancia -,
usted lo tiene.

Dudó un par de segundos, estudiándome pensativamente. Luego, con un gesto,
me franqueó el umbral de su casa. Aquel hombre vivía con modestia, en un
piso interior de paredes empapeladas. Le seguí hasta un salón minúsculo y
sombrío, abarrotado de viejos muebles oscuros y macetas con plantas de
interior. Me señaló una silla, cerrando los visillos de la ventana. Con el
índice, se ajustó las gafas de gruesos cristales.

lunes, 7 de junio de 2010

Nudo de Espejos




Nudo de espejos

Las bellas ventanas abiertas y cerradas
Suspendidas de los labios del día
Las bellas ventanas en camisa
Las bellas ventanas de cabellos de fuego en la noche negra
Las bellas ventanas de gritos de alarma y de besos
Encima de mí debajo de mí detrás de mí están menos que en mí
En donde sólo forman un único cristal azul como los trigos
Un diamante divisible en tantos diamantes como se necesitarían para
                                                                                               bañar a todos los bengalíes
Y las estaciones que no son cuatro sino quince o dieciséis
En mí entre las cuales está aquella en donde el metal florece
Aquella cuya sonrisa es tenue como un encaje
Aquella cuyo rocío al atardecer une las mujeres y las piedras
Las estaciones luminosas como el interior de una manzana de la que se
                                                                                     hubiera desprendido un trozo
O como un barrio excéntrico habitado por seres que están en combinación con el viento
O como el viento del espíritu que de noche hierra de pájaros sin límites a
                                                                                los caballos con ollares de álgebra
O como la fórmula

                 Tintura de pasionaria {aa 50 cent. cúbicos
                 Tintura de majuelo     {aa 50 cent. cúbicos

                 Tintura de muérdago                          5 cent. cúbicos
                 Tintura de escila                                  3 cent. cúbicos

                                                que combate el ruido del galope

Las estaciones rehacen malla a malla su red que resplandece con el agua
                                                                                                                        viva de mis ojos
Y en esa red todo lo que he visto es la espiral de una fabulosa caracola
Que me recuerda la ejecución en recinto cerrado del emperador
                Maximiliano
Y todo lo que he amado es la rama más alta del árbol de coral que será  fulminado
Es la estilográfica del reloj de sol a las doce en punto de la noche
Lo que conozco bien lo que conozco tan poco que préstame tus garras
                viejo delirio
Para alzarme con mi corazón a lo largo de la catarata
Los aeronautas hablan de la eflorescencia del aire en invierno.





André Bretón

sábado, 5 de junio de 2010

Para unos vivir


Para unos vivir
Luis Cernuda
 
Para unos vivir es pisar cristales con los pies desnudos; para otros vivir es mirar el sol frente a frente.
La playa cuenta días y horas por cada niño que muere. Una flor se abre, una torre se hunde.
Todo es igual. Tendí mi brazo; no llovía. Pisé cristales; no había sol. Miré la luna; no había playa.
Qué más da. Tu destino es mirar las torres que levantan, las flores que abren, los niños que mueren; aparte, como naipe cuya baraja se ha perdido.